Unas ancías enormes de salir a la calle y gritarte aún te amo.
Ese vacío, ese dolor tan grande tan inmenso que abordo en mi corazón es algo que no podré olvidar tan fácil.
La primera vez provoco una gran felicidad en mí pero a la vez una gran desesperación realmente era una sensación que no podre explicar.
Observé lentamente cuando caminaba y sin darme cuenta ahí estaba un vaso enorme de Capuchino.
Se lo había comprado a la niña más hermosa de la preparatoria.
Se lo compré porque sabia perfectamente cuanto le gustaba el Capuchino, sabía que era su bebida favorita, se lo compré porque era mi manera de decirle que me gustaba era mi forma de que ella se diera cuenta, de que se diera cuenta de que me importaba de lo que pensaba.
Pero el Capuchino quedo derramado ante mí viendo ella como sonreía con su nuevo novio donde sólo le dio el si por interés y el ramo de rosas que este le llevó.
Así fue la primera vez que mi corazón grito un te amo pero la vida no le respondió.
Desde ese día no he tomado Capuchinos. No vaya ser der malas que en lugar de Capuchino me sepa a Desamor.
Es cierto que estas cosas duelen pero con el paso del tiempo se vuelven victorias.
Hoy le das un trago muy despacio y te sabe a dolor pero continuas así y te sabe a victoria después de todo, todos tenemos un corazón.
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